martes, 1 de septiembre de 2009

COMO UN HOMBRE PIENSA, ASÍ ES SU VIDA

Introducción

Cuando por primera vez leí el libro COMO UN HOMBRE PIENSA ASI ES SU VIDA, realmente produjo en mí una certeza. Cuantas cosas tengo que cambiar. Creo que desde entonces en algo he mejorado sin embargo sigo teniendo mucho por progresar. Dominar la mente toma su trabajo razón por la cual cuanto más joven conozcas y apliques estos conceptos desde más temprano tendrás mejor calidad de vida.

Al seleccionar material para compartir en este espacio consideré que este libro es digno de que muchos que no han tenido acceso a su contenido lo conozcan pues tiene mucho valor agregado, y el que llegue a tu lectura creo que podrá generar una diferencia.

De ahí que el presente es una versión reducida que he realizado del libro que bajo el titulo de este trabajo escribiera hace ya muchos años James Allen, siendo sus conceptos hoy totalmente vigentes por tratarse de principios universales. Es más, muchos de ellos están siendo hoy utilizados por otros escritores bajo distintos formatos y/o presentaciones con el objeto de hacerlos más comerciales.

Henry Ulled


CONTENIDO

1. PENSAMIENTO Y CARÁCTER

2. EL EFECTO DEL PENSAMIENTO SOBRE LAS CIRCUNSTANCIAS

3. LOS EFECTOS DEL PENSAMIENTO EN EL CUERPO Y LA SALUD

4. PENSAMIENTO Y PROPÓSITO

5. EL FACTOR DEL PENSAMIENTO EN EL ÉXITO

6. VISIONES E IDEALES

7. SERENIDAD

1. PENSAMIENTO Y CARÁCTER

Un hombre es, literalmente, lo que piensa; su carácter es la suma total de todos sus pensamientos.

Así como una planta brota de la semilla y no podría existir sin ella, en el hombre pasa exactamente lo mismo. Un hombre brota de las semillas escondidas en el pensamiento y no hubiera aparecido sin ellas, y muy importante, esto es aplicable a los actos llamados “espontáneos” y “no premeditados” como a aquellos ejecutados deliberadamente.

El acto es la flor del pensamiento; el gozo y el sufrimiento son sus frutos; por eso, un hombre recoge el dulce o el amargo fruto de su propia cosecha.

El hombre es crecimiento por ley y no una creación por artificio, por lo que causa y efecto son tan absolutos e inequívocos en el oculto reino de los pensamientos como en el mundo de las cosas visibles y materiales.

Un carácter noble y divino no es cuestión de favor o del azar, sino el resultado natural de un esfuerzo continuado de pensar correctamente. Por lo contrario, el carácter innoble y bestial, por el mismo proceso, es el resultado del continuo abrigar pensamientos rastreros.

El hombre se hace o deshace a si mismo en la armería del pensamiento, forja las armas con las cuales se autodestruye; también forja las herramientas con las cuales se construye.

La naturaleza del hombre tiende a buscar el gozo, la fortaleza, la paz y esta sólo puede ser obtenida mediante la elección correcta y la autentica aplicación del pensamiento. De esta forma se eleva mientras que mediante el abuso y la aplicación incorrecta del pensamiento, se desciende debajo del nivel de bestia. Entre ambos extremos están los grados de carácter y el hombre es su creador y su dueño.

Como un ser con poder, inteligencia, amor y señor de sus pensamientos, el hombre tiene la clave para cualquier situación y contiene dentro de sí a ese agente transformador y regenerador por medio del cual hace de sí mismo lo que él quiere. El hombre es siempre dueño, incluso en los momentos más débiles y de mayor abandono; pero en su debilidad y degradación es el inconsciente dueño que gobierna “mal” su casa.

Ser dueño del consciente requiere descubrir en nuestro interior las leyes del pensamiento y esto es totalmente un asunto de aplicación, de auto-análisis y de experiencia.

El oro y los diamantes se obtienen sólo después de una extensa búsqueda y el hombre puede encontrar toda verdad conectada con su ser si cava profundamente en la “mina” de su alma, descubrir que es el hacedor de su carácter, el moldeador de su vida y el constructor de su destino. Lo puede comprobar sin lugar a error si vigila, controla y altera sus pensamientos, trazando sus efectos sobre sí mismo, sobre otros, y sobre su vida y circunstancias.

Uniendo causa y efecto con paciente práctica e investigación, utilizando todas sus experiencias, incluso las más triviales, las de cada día, como un medio para obtener ese conocimiento de sí mismo que es la comprensión, sabiduría y el poder.

2. EL EFECTO DEL PENSAMIENTO SOBRE LAS CIRCUNSTANCIAS

La mente de un hombre podría compararse con un jardín que puede ser cultivado inteligentemente o abandonado a su suerte; pero, tanto si es cultivado como si es abandonado DARA SUS FRUTOS. Sin no se plantan semillas útiles, entonces una abundancia de semillas inútiles caerá en él y se seguirán reproduciendo.

De igual forma tenemos que cuidar nuestra mente. O dejamos que en ella se instalen ideas, creencias y conceptos que la hagan florecer o dejamos que entre basura para quedar inmersos en lo negativo y la desesperanza.

Sin embargo, la realidad indica que nuestra mente es en forma permanente apabullada por información de todo tipo y somos nosotros quienes tenemos que ayudarla a seleccionar aquello que realmente "le conviene". De esta forma nos damos cuenta que somos directores de nuestras vidas.

Bajo este proceso continuo vamos descubriendo en nuestro interior las leyes del pensamiento para progresivamente ir constatando a través de la vivencia, de cómo las fuerzas del pensamiento y los elementos de la mente operan en la formación de su carácter, circunstancias y destino.

Pensamiento y carácter son uno y como el carácter sólo se puede manifestar a través de nuestro entorno y sus circunstancias, las condiciones externas de la vida de una persona siempre resultarán estar armoniosamente relacionadas con su estado interno. Esto no significa que las circunstancias de un hombre en cualquier momento sean un indicativo de todo su carácter, sino que esas circunstancias están tan íntimamente conectadas con algún elemento de pensamiento vital dentro de sí mismo que, de momento, son indispensables en su desarrollo.

Por ello, cada hombre está donde está por la ley de su ser; los pensamientos que ha construido en su carácter lo han llevado hasta ahí y en el estado de su vida no hay ningún elemento del azar, sino que todo es el resultado de una ley que no falla. Esto aplica tanto para los que sienten que están en armonía con su entrono como a los que no están a gusto en él.

El hombre es golpeado por las circunstancias mientras continúa creyendo que es una victima de las circunstancias externas, hasta que se da cuenta de que el es un poder creador, y que puede dirigir a las escondidas semillas de su ser, de las cuales surgen las experiencias. Ahí es cuando se convierte entonces en amo y señor de si mismo.

Quien ha practicado autocontrol y auto-purificación por un tiempo sabe que las circunstancias surgen de nuestro pensamiento, pues habrá notado que el cambio en sus circunstancias ha estado en el mismo radio que el cambio en su condición mental. Es así que por ejemplo, cuando aplicamos nuestra inteligencia a remediar defectos de nuestro carácter, no el de los demás, se producen cambios y progreso y se pasa rápidamente por una sucesión de hechos.

Nuestra alma atrae aquello que secretamente abriga. Tanto aquello que ama como aquello que teme. Alcanza las ansiadas aspiraciones o nos hunde al nivel de deseos no deseados.

O sea que cada semilla de pensamiento plantada, o que voluntaria o involuntariamente se deja caer en la mente y echa raíces, allí siempre produce lo suyo. Tarde o temprano esa semilla florecerá en un acto dando su fruto de oportunidad y circunstancia. Buenos pensamientos, buenos frutos, malos pensamientos, malos frutos.

El mundo exterior de las circunstancias toma forma en un mundo interno del pensamiento, y tanto las condiciones externas placenteras como las no placenteras son factores que contribuyen al buen final del individuo. Como recolector de su propia cosecha, podemos aprender tanto del sufrimiento como de la felicidad.

Un hombre no llega a una residencia para pobres o a la presión por la tiranía del destino o las circunstancias, sino por el camino de sus malos pensamientos y bajos deseos. Tampoco un hombre de mente pura cae repentinamente en el crimen debido a la presión de alguna fuerza externa; el pensamiento criminal había estado secretamente abrigado en el corazón durante mucho tiempo, y el momento de la oportunidad revelo su guardado poder. LAS CIRCUNSTANCIAS NO HACEN AL HOMBRE, LE SON REVELADAS - a través de sus actos -

El hombre atrae aquello que es y no aquello que quiere.

Los hombres nos ponemos las esposas a nosotros mismos. Los pensamientos y la acción pueden ser carceleros de nuestro destino o pueden ser las alas hacia nuestra libertad, pues liberan cuando son nobles.

No es aquello que desea y por lo que reza lo que el hombre consigue, sino lo que se gana con justificación. Los deseos y plegarias sólo son gratificados y respondidos cuando están en armonía con sus pensamientos y acciones

¿Qué significado tiene entonces el "luchar contra las circunstancias"?

Es la paradoja de que el hombre esté continuamente rebelándose contra los efectos, mientras que al mismo tiempo está nutriendo y preservando la causa en su corazón. Esta causa puede tener la forma de un vicio consciente o una debilidad inconsciente. No obstante, sea lo que sea, esta situación hace retrasar los esfuerzos de su poseedor y entonces pide remedios a gritos.

Queremos mejorar nuestras circunstancias pero no queremos mejorarnos a nosotros mismos y como consecuencia permanecemos atados.

Si queremos salir de este patrón debiéramos trazar la acción de las leyes de pensamiento en nuestra propia mente y vida. Hasta que no lo hagamos los meros hechos externos no pueden servir de base para el razonamiento.

No obstante lo anterior, las circunstancias son tan complejas, el pensamiento está tan fuertemente arraigado y las condiciones para la felicidad varían tanto de individuo a individuo, que la condición total del alma de un hombre no puede ser juzgada por lo que se pueda ver externamente.

Un hombre puede ser honesto en algunas cosas y sufrir privaciones en otras. Un hombre puede ser deshonesto en ciertos aspectos y sin embargo obtener riquezas. Que un hombre fracasa por su propia honestidad y que otro prospera por su propia deshonestidad sería tomar una postura no comprobable de que el hombre deshonesto es totalmente corrupto y el honesto totalmente virtuoso y esto no es en la práctica totalmente así.

El hombre honesto recoge los buenos resultados de sus honestos pensamientos y actos, pero también atrae los sufrimientos que sus malos pensamientos producen. De igual forma el deshonesto recoge su propio sufrimiento y felicidad.

El sufrimiento es siempre el resultado del pensamiento equivocado en alguna dirección. Es un indicativo de que el individuo no está en armonía consigo mismo, o sea con la ley de su ser. El único y supremo sentido de su sufrimiento es purificar y quemar todo lo que es inservible e impuro. El sufrimiento cesa para aquel que es puro.

Las circunstancias con las que se enfrenta un hombre que sufre son el resultado de su propia falta de armonía mental; aquellas con las que se encuentra un hombre feliz son el resultado de su propia armonía mental. La felicidad, no las posesiones materiales, es la medida del pensamiento correcto; la desdicha, no la falta de posesiones materiales, es la medida del pensamiento incorrecto. Un hombre puede estar maldecido y ser rico, puede estar bendecido y ser pobre.

Las bendiciones y las riquezas sólo están unidas cuando las riquezas son usadas correcta e inteligentemente, y el hombre pobre sólo desciende a la desdicha cuando contempla lo suyo como una carga que se le ha impuesto injustamente.

La indigencia y la indulgencia son dos extremos de la desdicha, ambas son igualmente poco naturales y son el resultado del desorden mental.

Un hombre no está correctamente condicionado hasta que es un ser feliz, sano y próspero; y la felicidad, la salud y la prosperidad son el resultado de un ajuste armonioso del interior con lo exterior, del hombre con su entorno.

Un hombre sólo comienza a ser un hombre cuando deja de quejarse e injuriar, y empieza a buscar la justicia escondida que regula su vida. Y mientras adapta su mente a ese factor regulador, deja de acusar a otros como causantes de su condición y auto-construye con pensamientos fuertes y nobles; deja de dar patadas a las circunstancias y las empieza a utilizar como ayuda para su progreso, como medio para descubrir los poderes ocultos y las posibilidades en su interior.

La ley, no la confusión, es el principio dominante del universo; la justicia, y no la injusticia, es el alma y la sustancia de la vida; el buen obrar, y no la corrupción, es la fuerza en movimiento que gobierna el mundo espiritual. Siendo así las cosas, el hombre no tiene más que enderezarse para encontrar que el universo está bien; encontrará que al cambiar sus pensamientos hacia las cosas y las personas, las cosas y las personas cambiarán para él.

La prueba de esta verdad está en cada persona. Deja que un hombre cambie radicalmente sus pensamientos y se sorprenderá con la rápida transformación de las condiciones materiales de su vida. Los hombres creen que los pensamientos se pueden mantener en secreto pero no es así, se cristalizan rápidamente en el hábito, y el hábito se solidifica en las circunstancias.

Los malos pensamientos de cualquier tipo se cristalizan en hábitos enervantes y confusos que se solidifican en circunstancias desviadoras y adversas; los pensamientos de miedo, duda e indecisión cristalizan en hábitos débiles, cobardes y/o irresolutos, que se solidifican en circunstancias de fracaso, indigencia y dependencia servil. Así, los pensamientos perezosos se cristalizan en hábitos de poca higiene y deshonestidad que se solidifican en circunstancias de suciedad y mendicidad; los pensamientos de odio y condena cristalizan en hábitos de acusación y violencias que se solidifican en circunstancias de injuria y persecución; los pensamientos egoístas de todo tipo cristalizan en hábitos de auto-búsqueda que se solidifican en circunstancias cada vez más dolorosas.

Por lo contrario, los pensamientos hermosos de todo tipo se cristalizan en hábitos de gracia y generosidad que se solidifican en circunstancias geniales y luminosas. Los pensamientos puros se cristalizan en hábitos de templanza y autocontrol que se solidifican en circunstancias de reposo y paz; los pensamientos valientes, de confianza en uno mismo y de decisión, se cristalizan en hábitos de valentía que se solidifican en circunstancias de éxito, abundancia y libertad.

Un tipo de pensamiento particular en el que se persista, ya sea bueno o malo, produce siempre resultados en el carácter y las circunstancias.

Un hombre no puede escoger sus circunstancias directamente, pero si puede escoger sus pensamientos, y así indirectamente, pero con seguridad, le da forma a sus circunstancias.

La naturaleza "ayuda" a todo hombre en la gratificación de los pensamientos que él más alienta, y las oportunidades que se presentan son aquellas que más rápidamente traen a la superficie tanto los buenos como los malos pensamientos.

Abandona tus pensamientos de debilidad y enfermedad y las oportunidades lloverán con sólidas soluciones. Alienta tus buenos pensamientos y ningún duro destino te llevará a la desdicha y la vergüenza

3. LOS EFECTOS DEL PENSAMIENTO EN EL CUERPO Y LA SALUD

El cuerpo es el sirviente de la mente. Obedece a las operaciones de la mente, ya sean escogidas deliberadamente o expresadas automáticamente. Ante órdenes de pensamientos ilícitos, el cuerpo cae rápidamente en la enfermedad y decaimiento, mientras que bajo órdenes de pensamientos alegres y hermosos, se viste de juventud y belleza.

La enfermedad y la salud, así como las circunstancias, están arraigadas en el pensamiento.

El cuerpo es un instrumento delicado y plástico que responde prestamente a los pensamientos que se imprimen en él, y los hábitos de pensamiento producen su propios efectos, buenos o malos, en él.

Un cambio en la dieta no puede ayudar a un hombre que no cambia sus pensamientos.

Si quieres perfeccionar tu cuerpo, vigila tu mente.

Si quieres renovar tu cuerpo, embellece tu mente.

Los pensamientos de malicia, envidia, pesimismo, le quitan al cuerpo su salud y gracia.

Una cara no se vuelve amarga por casualidad; está hecha de pensamientos amargos.

Un cuerpo fuerte y luminoso y un semblante luminoso, feliz y sereno sólo pueden ser el resultado de la admisión de pensamientos de gozo, buena voluntad y serenidad en la mente.

No hay mejor médico para curar los males del cuerpo que el pensamiento alegre.

Vivir continuamente con pensamiento de mala voluntad, cinismo, sospecha y envidia, es estar confinado a una prisión construida por uno mismo. Pero pensar bien de todo, estar alegre con todo, aprender pacientemente a encontrar lo bueno en todo, tales pensamientos son las puertas del cielo; morar cada día en pensamientos de paz hacia cada criatura traerá abundante paz a su poseedor.

4. PENSAMIENTO Y PROPOSITO

Hasta que no se unen pensamiento y propósito no hay logro inteligente. La mayoría dejan que la barca del pensamiento “derive” por el océano de la vida. No tener un objetivo es un vicio, y este derivar no debe continuar para aquel que quiere estar libre de la catástrofe y la destrucción.

Aquellos que no tienen un propósito central en su vida son presa fácil de las preocupaciones tontas, los miedos, los problemas, y la autocompasión, todos ellos indicadores de debilidad, que conducen, con la misma seguridad que las maldades planteadas (aunque por otro camino), al fracaso, la infelicidad y la pérdida, pues la debilidad no puede subsistir en un universo que evoluciona y es poderoso.

Un hombre debería concebir un propósito legítimo en su corazón y lanzarse a realizarlo. Debería hacer de este propósito el punto central de sus pensamientos. Este podría tomar la forma de un ideal espiritual o un objeto mundano. Sea lo que sea, debe concentrar las fuerzas de su pensamiento continuamente en el objetivo que se ha puesto ante si. Debería hacer de este propósito su deber supremo, y entregarse a su consecución sin dejar que sus pensamientos deriven hacia deseos, anhelos y fantasías efímeros.

Este es el camino real hacia el autocontrol y la auténtica concentración del pensamiento. Incluso si falla una y otra vez en la consecución del logro del propósito (como sucederá necesariamente hasta que supere su debilidad) la fortaleza de carácter que obtenga será la medida de su auténtico éxito, y éste será el nuevo punto de partida para su futuro poder y triunfo.

Aquellos que no están preparados para comprender el gran propósito, deberán concentrar sus pensamientos en el correcto cumplimiento de su deber sin importar lo insignificante que su tarea pueda parecer. Sólo de esta manera se pueden reunir y concentrar los pensamientos, y se puede desarrollar la resolución y la energía y, una vez hecho esto, no hay nada que no se pueda realizar.

El alma más débil, conociendo su propia debilidad, y creyendo esta verdad – que la fuerza sólo se puede desarrollar con el esfuerzo y la práctica- entonces empezará a esforzarse, añadiendo esfuerzo al esfuerzo, paciencia a la paciencia, fuerza a la fuerza y nunca dejará de desarrollarse y, finalmente, será divinamente fuerte.

Acabar con la falta de propósito y la debilidad y empezar a pensar con propósito es entrar en las filas de los fuertes que sólo reconocen el fracaso como uno de los caminos hacia el éxito, que hacen que todas las condiciones les sirvan, que piensen con fuerza, intentan sin miedo y logran sus objetivos con maestría.

Habiéndose concebido su propósito, el hombre debería marcarse mentalmente un camino “recto” hacia el éxito, sin mirar ni a la derecha ni a la izquierda. Las dudas y los miedos deberían ser excluidos rigurosamente; son elementos desintegradotes que rompen la línea recta del esfuerzo torciéndola, haciéndola ineficaz e inútil. Los pensamientos de duda y miedo nunca consiguen nada, y nunca lo podrán hacer y siempre llevan al fracaso.

El propósito + la energía + el poder para hacer, y todos los pensamientos fuertes cesan cuando la duda y el miedo se cuelan.

La voluntad de hacer surge del conocimiento de que podemos hacer. La duda y el miedo son los grandes enemigos del conocimiento y aquel que los alienta, que no los mata, se frustra a cada paso.

Aquel que ha dominado la duda y el miedo, ha sometido al fracaso.

El pensamiento que se alía sin miedo al propósito se convierte en una fuerza creativa: aquel que sabe esto está listo para convertirse en algo más alto y más fuerte que un mero manojo de fluctuantes pensamientos y sensaciones; aquel que hace esto, se ha convertido en el amo consciente e inteligente de sus poderes mentales.

5. EL FACTOR DEL PENSAMIENTO EN EL ÉXITO

Todo lo que un hombre consigue y todo lo que deja de conseguir es el resultado directo de sus propios pensamientos.

La debilidad y la fortaleza, la pureza y la impureza de un hombre son suyas, no son de ningún otro hombre; son creadas por él, nunca por otro. Su condición es también suya, de ningún otro hombre. Su sufrimiento y su felicidad surgen de su interior. Como piensa, así es; como continúa pensando, así continúa siendo.

Un hombre fuerte no puede ayudar a un hombre débil al menos que el débil desee ser ayudado, e incluso entonces el hombre débil debe hacerse fuerte por si mismo; debe, por su propio esfuerzo, desarrollar la fortaleza que admira en el otro. Nadie más que él puede alterar su condición.

Ha sido normal que los hombres piensen y digan: “Muchos hombres son esclavos porque hay un opresor; odiemos, pues, al opresor”. Ahora, sin embargo, hay una tendencia entre unos pocos a invertir este juicio y decir: “Hay un opresor porque muchos son esclavos; despreciemos, pues a los esclavos”. La verdad es que opresor y esclavo cooperan el uno con el otro en la ignorancia, y mientras parecen hacerse daño el uno al otro, en realidad se hacen daño a sí mismos. Un perfecto conocimiento percibe la acción de la ley de la debilidad del oprimido y en el poder mal aplicado del opresor; un amor perfecto, al ver el sufrimiento que los dos estados implican, no condena a ninguno de los dos. Una compasión perfecta incluye tanto al opresor como al oprimido.

Aquel que ha conquistado a la debilidad y ha hecho a un lado los pensamientos egoístas, no es ni opresor ni oprimido. Es libre.

Las victorias obtenidas por medio del pensamiento correcto sólo se pueden mantener mediante la vigilancia. Muchos se abandonan cuando tienen el éxito asegurado y rápidamente caen al fracaso.

Aquel que desea lograr poco debe sacrificar poco; aquel que quiere conseguir mucho debe sacrificar mucho; aquel que desea grandes éxitos debe hacer grandes sacrificios.

6. VISIONES E IDEALES

Los soñadores son los salvadores del mundo.

El compositor, el escultor, el pintor, el profeta, el sabio, estos son los hacedores del mundo del más allá, los arquitectos del cielo. El mundo es hermoso porque ellos han vivido, sin ellos la humanidad trabajadora perecería.

Aquel que adora su hermosa visión, un alto ideal en su corazón, un día lo verá realizado.

Los sueños son las semillas de las realidades.

Lo que cultivas en tu interior no puede dejar de manifestarse en el exterior.

7. SERENIDAD

La tranquilidad mental es una de las hermosas joyas de la sabiduría. Es el resultado de un largo y paciente esfuerzo de autocontrol.

El hombre tranquilo, habiendo aprendido a autogobernarse, sabe adaptarse a los otros; y ellos a su vez, veneran su fortaleza espiritual y sienten que pueden aprender de él y confiar en él. Cuanto más tranquilo deviene un hombre, mayores son sus éxitos , su influencia y su poder para bien.

El hombre fuerte y tranquilo siempre es querido y venerado.

El Autocontrol es la fuerza; el Pensamiento Correcto es el dominio; la Calma es el poder.

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