lunes, 14 de septiembre de 2009

EL ACOSO MORAL -el maltrato psicológico en la vida cotidiana -

Hay veces que en la vida debemos, en la medida de lo posible, poner atención a las formas silenciosas en que podemos ser acosados. No estamos hablando del acoso sexual sino del acoso psicológico una metodología utilizada por ciertas personas en entornos como la pareja, la familia, la empresa y quienes gobiernan.

Es así que charlando con gente amiga de estos temas me recomendaron este libro el cual fue muy revelador para poder descifrar la muy distintas formas en que gente con determinado poder lo hace efectivo en distintas personas. Cuanto más frágil la autoestima o la posición relativa de la persona, tanto en lo social –educación- como lo económico, más uso de este “horror” es aplicado.

Recuerdo que en las primeras páginas del libro de Alvin Toffler “El Cambio del Poder” mencionaba que la violencia en el mundo de hoy era psíquica y no física como en el pasado, pero haciendo la primera mucho más mal pues el ser humano no sabía como manejarla mientras que en la antigüedad los hombres primitivos se manejaban con el principio de pelear o huir, con lo cual no quedaban restos de adrenalina en el cuerpo ahí pudriéndose. Hoy es completamente distinto y la gente muere buena parte por ese veneno que nos va quedando adentro por la violencia psíquica a la que estamos expuestos.

El Acoso Moral es un libro escrito por Marie-France Irigoyen y en esta oportunidad compartiré textualmente la conclusión que la escritora hace en su libro pues creo que sólo esto ya es revelador y nos permite ver y alertarnos sobre muchas de estas situaciones que diariamente se viven en la familia, el trabajo y/o por parte de muchos gobernantes hacia sus gobernados.

La conclusión de la autora es la siguiente:


A lo largo de estas páginas, hemos visto cómo se desarrollan los procesos perversos en algunos contextos, pero es evidente que nuestra lista no es exhaustiva y que estos fenómenos van más allá del mundo de la pareja, de la familia o de la empresa. Los volvernos a encontrar en todos los grupos en donde los individuos pueden establecer rivalidades, especialmente en las escuelas y en las universidades. La imaginación humana no tiene límites cuando pretende aniquilar la buena imagen que el otro tiene de sí mismo; sirve para enmascarar las propias debilidades y para colocarse en una posición de superioridad. La cuestión del poder atañe a toda la sociedad. En todas las épocas ha habido seres carentes de escrúpulos, calculadores y manipuladores, y para los que el fin justifica los medios. Sin embargo, la multiplicación actual de los actos de perversidad en las familias y en las empresas es un indicador del individualismo que domina en nuestra sociedad. En un sistema que funciona según la ley del más fuerte, o del más malicioso, los perversos son los amos. Cuando el éxito es el valor principal, la honradez parece una debilidad y la perversidad adopta un aire de picardía.

Con el pretexto de la tolerancia, las sociedades occidentales renuncian poco a poco a sus propias prohibiciones. Pero, al aceptar demasiado, como lo hacen las víctimas de los perversos narcisistas, permiten que se desarrollen en su seno los funcionamientos perversos. Numerosos dirigentes o políticos, que ocupan no obstante una posición de modelo para la juventud, no muestran ninguna preocupación moral a la hora de liquidar a un rival o de mantenerse en el poder. Algunos de ellos abusan de sus prerrogativas y utilizan presiones psicológicas, y razones y secretos de Estado, para proteger su vida privada. Otros se enriquecen gracias a una delincuencia astuta hecha de abusos de bienes sociales, de estafas o de fraudes fiscales. La corrupción se ha convertido en una moneda corriente. Ahora bien, basta con que un grupo, una empresa o un gobierno cuenten con uno o con varios individuos perversos, para que todo el sistema se vuelva perverso. Si esta perversión no se denuncia, se extiende subterráneamente mediante la intimidación, el miedo y la manipulación. Efectivamente, para atar psicológicamente a un individuo, basta con inducirlo a la mentira o a ciertos compromisos para convertirlo en cómplice del proceso perverso. Sin ir más lejos, ésta es la base del funcionamiento de la mafia o de los regímenes totalitarios. Tanto en las familias como en las empresas y los Estados, los perversos narcisistas se las arreglan para atribuir a los demás los desastres que provocan, se presentan luego como salvadores y se hacen así con el poder. En lo sucesivo, para mantenerse en él, les basta con no tener escrúpulos. La historia nos ha mostrado hombres que se niegan a reconocer sus propios errores, que no asumen sus responsabilidades, y que falsean las cosas y manipulan la realidad a fin de borrar las huellas de sus fechorías.

Más allá del aspecto individual del acoso moral, se nos plantean dilemas más generales. ¿Cómo restablecer el respeto entre los individuos? ¿Qué límites debemos poner a nuestra tolerancia? Si los individuos no pueden detener por sí mismos estos procesos destructivos, la sociedad deberá intervenir y establecer una legislación. Recientemente, se ha presentado un proyecto de ley (Francia – 1998) que proponía instituir un delito de novatada para reprimir cualquier acto degradante y humillante en el ámbito escolar y socioeducativo. Si no queremos que nuestras relaciones humanas acaben completamente reglamentadas por leyes, es esencial prevenir a los niños.”

No hay comentarios: